Luces y sombras

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Del mismo modo que las luces y las sombras pueden cambiar cómo ves la cosas, también podemos vivir esta misma ilusión con el tiempo.

¡Qué bonito vemos el pasado! ¡Cuánto color, cuánta inocencia, cuánta esperanza en nuestros recuerdos! Y en cambio observamos el presente de manera gris, monótona e incluso triste al compararlo con los años mozos.

Del mismo modo, el futuro es el lugar donde queremos llegar, porque es dónde se encuentran nuestros sueños, esperándonos. ¿Es por eso que nos pasamos toda la vida «preparándonos» para el futuro? ¿Y qué es el futuro señores? ¡El futuro no existe! El futuro está de forma permanente delante nuestro y el pasado siempre será un tren perdido. Entonces, si nuestra vida se basa en los recuerdos del pasado y en los sueños del futuro, ¿acaso estamos viviendo en algún momento el presente?

Es verdad que no se puede vivir como si cada día fuera el último, pero tampoco tiene sentido dedicar nuestras vidas a una cosa que no existe. Tendríamos que intentar vivir los sueños del día a día, los sueños del presente, y que éstos se convirtan en recuerdos, porque si sólo trabajamos para el futuro y nos olvidamos del presente, entonces los recuerdos del pasado empezarán a desaparecer.